Tratado clásico de tipografía: 8 La composición y sus clases

Definición y división. Componer es la acción de reunir letras una a una para formar palabras, líneas, páginas o cualquier molde para la impresión.
La composición puede ser de dos clases composición ordinaria, corriente o seguida y composición especial o compleja.


Composición seguida es la que tiene por objeto componer el texto de una obra, artículo periodístico, etc., prescindiendo de titulares, iniciales de adorno, filetes, cuadros estadísticos, etc. En ella, ordinariamente, no se emplea más que un solo cuerpo de letra (con sus versalitas, negrillas y cursiva).
Composición especial o compleja es la que se realiza utilizando diversidad de tipos, orlas, filetes, grabados, etc., en trabajos sujetos a cálculo exacto. Comprende todos los impresos que no son de composición corriente, como tarjetas, facturas, programas, invitaciones, anuncios, cuadros estadísticos, colocación de grabados en el cuerpo de una obra, portadas y cualquier trabajo de fantasía.
En el lexico tipográfico la composición compleja se conoce más comúnmente por el nombre poco simpático, y desde luego inapropiado, de remendería o composición de remiendos.

La composición seguida puede ser de dos clases: de libros y de periódicos y folletos.
La composición de libros requiere una ejecución más esmerada en la uniformidad de espaciado con relación al ojo de la letra, mayor precisión en la separación de sílabas al final de las líneas y la exacta observancia de las reglas de composición.
La composición de periódicos, dada la premura de tiempo, exige más rapidez y admite mayor libertad en la ejecución.
Antiguamente el operario que se dedicaba a la composición corriente se llamaba paquetero o liniero y su trabajo se retribuía por cientos de líneas o millares de letras.

Del original. Original es el modelo, ya sea impreso, mecanografiado o manuscrito, con arreglo al cual debe hacerse la composición tipográfica.
Un buen tipógrafo será tanto más apto cuanto con más prontitud sepa interpretar toda clase de manuscritos. Los originales se presentan en cuartillas escritas por una sola cara. Antes de la introducción de las máquinas de componer, el único sistema de composición era el manual.
Al tener que componer una obra, se distribuía el original entre varios operarios; las cuartillas que a cada uno correspondían se llamaban el alcance.
El tipógrafo comenzaba a componer por el primer párrafo de su alcance. Si al fin de la última cuartilla no había punto y aparte, acudía al que tenía la página siguiente para completar su párrafo.

Consérvese el original lo más limpio posible; pues hay que devolverlo al autor o cliente junto con las pruebas, y sería una falta de delicadeza entregarlo sucio o en mal estado.
Evítese en absoluto perder los originales, lo que podría acarrear grave responsabilidad y perjuicio a la imprenta, pues a menudo el autor no guarda copia de lo que entrega. Esto pide que cuando el operario deba ausentarse de su sitio, guarde los originales en lugar seguro, para que no se estravíe ninguna cuartilla.

Es importantísimo que el tipógrafo guarde el secreto profesional cuando se le encomendare algún trabajo que lo exiga. En este asunto se debe ser rigurosamente reservado, pues la indiscreción podría ocasionar serios inconvenientes.